A propósito del tema de hoy
“cómo colgar un cuadro sin clavos” me viene a la mente un poema* que encontré hace tiempo por casualidad y dedicado a las paredes:
«Está mi estancia, de paredes blancas,
vacía de rostros hoy, ahora…
Por ella pasaron mis hijos,
mis musas y alguna telaraña.
Me gustan mis paredes blancas.»
A mí también me gustan las paredes blancas, como al poeta. Apenas que lleven un adorno discreto, una decoración que no me robe demasiado la atención, ni el descanso.
Me gustan las paredes que al mirarlas parece que se reblandecen. Paredes que ceden y se abren para dejarnos visitar un mundo nuevo. Como si en lugar de una pared tuvieses ante ti una ventana abierta de sugerencias.
Ese efecto de apertura lo consigues en paredes con colores adecuados y por supuesto con los cuadros. Leer más